El Gobierno está diseñando una estrategia que recoge los esfuerzos que ya se vienen haciendo en entidades del sector, gremios y otros.
Para profundizar el acceso de la población a los servicios financieros, no basta con tener una oferta atractiva. La clave es que las personas tengan las herramientas para tomar decisiones informadas sobre cómo sacar mejor provecho de las alternativas que hay en el mercado. Si bien las entidades del sector y los gremios desarrollan diferentes planes con miras a educar a la población en este tipo de temas, en casi 60 países del mundo, incluida Colombia, el asunto ya es una política de Estado.
Justamente, por estos días, el Gobierno está impulsando una Estrategia Nacional de Educación Económica y Financiera que permita coordinar esfuerzos para la formación de los ciudadanos y facilitar la manera en que se imparten los conocimientos.
Esto, con el apoyo técnico del Banco Mundial, y apoyándose en los lineamientos que impartió la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Y es que a pesar de los esfuerzos, en la población existen grandes falencias con relación al conocimiento de los temas financieros. Datos del Banco Mundial señalan que el 64 por ciento de las personas no tienen planes financieros o planifica solo para un mes, al tiempo que el 58 por ciento dice que tiene dificultades para cubrir sus gastos, mientras que el 41 por ciento de los menores de 60 años han tomado alguna medida para tener cómo afrontar los gatos de la vejez.
Según el documento, “una política de EEF articulada y bien dirigida facilita la reducción de la pobreza y la desigualdad, permite una mayor efectividad en las acciones de inclusión financiera y de protección al consumidor financiero, y contribuye al desarrollo del sistema financiero y en general”
ETAPAS DE LA VIDA
El plan señala que la educación financiera debe darse a lo largo de la vida, no en una etapa específica, y dependiendo de las características de la población.
Por esta razón, la estrategia tiene varios grupos de interés, para poder segmentar la formación y que tenga mejor alcance.
En la infancia, es clave que estos temas se incluyan en los programas formales, con el fin de crear desde pequeños una cultura de ahorro y planeación, así como empezar a prepararlos para tomar decisiones financieras informadas en el futuro.
En la edad adulta, la clave es contar con información para administrar las finanzas personales, aprovechar las oportunidades, entender los riesgos y captar la evolución del mercado financiero y de la oferta de productos.
De igual manera, hay un capítulo exclusivo para fomentar el ahorro provisional y la protección para la etapa de la vejez.
El cuarto eje está dirigido a la población vulnerable (en condición de pobreza y víctimas del conflicto), con el fin de empoderarlas con educación económica y financiera acorde a sus necesidades.
Finalmente, hay un plan especial para los microempresarios, teniendo en cuenta los altos niveles de informalidad que hay en Colombia, especialmente en estas unidades de negocio, que además tienen limitaciones para acceder a servicios financieros formales.
Aunque hay muchas entidades vinculadas, los principales responsables son los ministerios de Hacienda y Educación, Fogafín, Banca de las Oportunidades, y la Comisión Intersectorial para la Educación Económica y Financiera (conformada por los representantes de distintas entidades relacionadas con el sector).
Igualmente, habrá una subcomisión consultiva de la que hacen parte gremios de esta industria.
La medición de resultados lo hará el Banco de la República.
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